lunes, 6 de agosto de 2012

Redes sociales

La letra desobediente / Braulio Peralta


No soy fan de las redes sociales pero sí asiduo lector de sus contenidos. De lo alcanzado a ver estos dos años, destaco:
1. Las “frases célebres” que nos motivan a despertar conciencia. Frases de todo tipo, desde los clásicos hasta los motivacionales de hoy. De Séneca a Jodorowsky y de Shakespeare a Coelho… Y peores. No veo daño. Reflexiones del pensamiento y emociones donde los lectores se confrontan y preguntan, ¿lo estoy haciendo bien? Hay, claro, gente que pone sus propias frases, intentando entrar en el inconsciente colectivo, pero casi nunca lo logran por lo común de sus ideas.
2. Las noticias son otro tópico de las redes. Noticias editorializadas, donde más que informar se pretende influir en la conciencia del lector. Así, circulan artículos de opinión para deshacer al autor o confirmar ideas con el lector de las redes. Aquí proviene el vicio más común del ciberespacio, porque el autor de repente está en una tribuna donde no tiene más forma de objetar que no sean sus palabras escritas. Más que leer el artículo se aniquila una conciencia,  casi sin argumentos. De este tipo de lectores habría que huir no solo de las redes. Porque difícilmente, por ejemplo, Enrique Krauze se salva de los comentarios, implacables con él, en tuiter o facebook.
3. Las fotos truqueadas son un pasatiempo constante en las redes. Nadie sabe de dónde salen pero ahí están los políticos, vestidos de mujer, o travestidos. El machismo y sexismo a todo lo que da. Ya no se diga la homofobia. Las connotaciones de doble sentido son pasatiempo favorito. Uno tiene que pasar de largo el fango, como las aves, para no mancharse. Los candidatos de las elecciones pasadas fueron los preferidos de personas sin ética que ven risa donde hay estupidez. Ignominioso uso de la imagen de, por ejemplo, Angélica Rivera o Josefina Vázquez Mota,  tratadas como idiotas y…¿dónde quedó el feminismo?
Imposible concluir. Amerita un ensayo largo. Las redes son necesarias, no hay duda. No todo es lo que escribo, no. Hay arte, cine, música, poesía, amor a los animales…. De lo enunciado lo menos negativo son las “frases célebres”. Hay discusiones inteligentes también pero, con honestidad, es menos, a lo que le presento como resumen de un lector anonadado, impactado, arrobado con el nuevo espectáculo de una civilización bárbara y poco preparada para hacer uso de un bien común

En la cripta de Marilyn



La letra desobediente / Braulio Peralta

A Consuelo Sáizar, por su cumple.
Querida Marilyn:
No tenía pensado visitarte. Fue el destino que me trajo a Los Ángeles y, de repente, pasamos por Memorial Park, en Westwood Village. Fue difícil dar contigo porque no estás a ras de tierra. Buscarte entre las grandes estrellas de Hollywood fue complicado. Cada personaje tiene su historia, pero ninguna como la tuya, sorprendente escándalo mundial aún 50 años después de tu muerte. Tu cripta, con flores, como ordenó Joe DiMaggio.
Mira que desaparecerte a los 36. Por eso no envejeces y te veneramos como siempreviva del inconsciente colectivo. Fallecer joven en medio del escándalo te llevó a la inmortalidad. La inmolación tiene sus éxitos. Recuerdo cuando un borracho rascaba tus pechos en el póster donde estás de vaquerita. Aún te muerden los seres humanos, como confesabas a Truman Capote, que te describe como “una adorable criatura”.
Una noche apareciste en las playas de Tuxpan, Veracruz. Portabas tu suéter de Chiconcuac. Había estrellas y el viento no tenía miedo. Yo estaba enamorado y mal correspondido. El sida en los 80 era una daga que la religión anunciaba como la venganza por nuestros pecados. Susurraste a mi oído: “no llores por los demás, llora por ti. No ames nunca tanto como a ti mismo. Despierta y ve a caminar, que el mar te contempla…” Fue cuando te escribí: tuvimos que crecer para entender que el amor es uno y, el resto, crecimiento.
Tu fantasma me persigue desde aquel seis de agosto de 1962: yacías en el depósito de cadáveres de Los Ángeles. Nadie te reclamaba después de muerta aquella madrugada del cinco de agosto que partiste con una bata, los hombros desnudos y un teléfono en la mano, en el 12305 de Fifth Helena Drive. Joe DiMaggio se encargó de ti. La gloria y decadencia del sueño americano se reflejan en tu vida. Si alguien lo duda que lea a Joyce Carol Oates, la novela de tu ascenso.
Te quiero Marilyn. Te enciendo una vela cada día de muertos. Porque me acompañas siempre que pienso en mí. Me rescatas en mi ostracismo. Me inspiras a vivir para atestiguar la mortal decadencia del ser. Y verte aquí, en tu cripta, es un sueño que nunca soñé. No te traje flores. No las necesitas: eres la más grande flora del universo del cine. Y ahora que se escribirá de ti por tus 50 años de ausencia, quise recordarte con esta carta.

 

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