martes, 18 de enero de 2011

ELEGIA XIX: ANTES DE ACOSTARSE -John Donne

(Traducción de Octavio Paz)



Ven, ven, todo reposo mi fuerza desafía.

Reposar es mi fuerza pues tendido me esfuerzo:

No es enemigo el enemigo

Hasta que no lo ciñe nuestro mortal abrazo.

Tu ceñidor desciñe, meridiano

Que un mundo más hermoso que el del cielo

Aprisiona en su luz; desprende

El prendedor de estrellas que llevas en el pecho

Por detener ojos entrometidos;

Desenlaza tu ser, campanas armoniosas

Nos dicen, sin decirlo, que es hora de acostarse.

Ese feliz corpiño que yo envidio,

Pegado a ti como si fuese vivo:

¡Fuera! Fuera el vestido, surjan valles salvajes

Entre las sombras de tus montes, fuera el tocado,

Caiga tu pelo, tu diadema,

Descálzate y camina sin miedo hasta la cama.

También de blancas ropas revestidos los ángeles

El cielo al hombre muestran, mas tú, blanca, contigo

A un cielo mahometano me conduces.

Verdad que los espectros van de blanco

Pero por ti distingo al buen del mal espíritu:

Uno hiela la sangre, tú la enciendes.

Deja correr mis manos vagabundas

Atrás, arriba, enfrente, abajo y entre,

Mi América encontrada: Terranova,

Reino sólo por mí poblado,

Mi venero precioso, mi dominio.

Goces, descubrimientos,

Mi libertad alcanzo entre tus lazos;

Lo que toco, mis manos lo han sellado.

La plena desnudez es goce entero:

Para gozar la gloria las almas desencarnan,

Los cuerpos se desvisten.

Las joyas que te cubren

Son como las pelotas de Atalanta:

Brillan, roban la vista de los tontos.

La mujer es secreta:

Apariencia pintada,

Como libro de estampas para indoctos

Que esconde un texto místico, tan sólo

Revelado a los ojos que traspasan

Adornos y atavíos.

Quiero saber quién eres tú: descúbrete,



Sé natural como en el parto,

Más allá de la pena y la inocencia

Deja caer esa camisa blanca,

Mirame, ven, ¿qué mejor manta

Para tu desnudez, que yo, desnudo?


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