miércoles, 13 de octubre de 2010

Alfredo, cinco años después

México D.F., 13 de octubre de 2010 (Artículo19).- Sus colegas y familiares recuerdan que la respuesta siempre era la misma. “Ese es el periodismo que me gusta hacer”, explicaba Alfredo con gran determinación. Joven con aspiraciones claras, reportero audaz, buen amigo y un hijo atento con su familia. Cuando fue visto por última vez, el 2 de abril de 2005, había estado publicando información sobre los perfiles de los presuntos narcotraficantes que controlaban Sonora en aquella época.
Las historias publicadas en El Imparcial llevaban nombres y apellidos, así como numerosos detalles que dejaban al descubierto el grado de impunidad con la que operaban los grupos criminales y el nivel de penetración en los círculos de poder político. Pareciera que la realidad que retrató Alfredo Jiménez Mota fuera el preámbulo de la violencia que hoy vivimos en varias partes del país.
En el primer aniversario de la desaparición de Alfredo, El Proyecto Fénix de la Sociedad Interamericana de Prensa, publicó de manera simultánea un artículo describiendo su trabajo. “Los textos del periodista desaparecido tendieron un puente entre las actividades delictivas de los integrantes de las familias Beltrán Leyva y Enríquez Parra, cuyo resultado ahora se expresa en más de 70 ejecuciones en el estado por el control del tráfico de enervantes.”
La madre de Alfredo, Doña Esperanza, ha señalado en varias ocasiones que su hijo se sentía amenazado. En entrevista para ARTÍCULO 19 describió un episodio semanas antes de la desaparición en donde Alfredo había notado la presencia de personas extrañas rondando su casa en Hermosillo, pero ni las autoridades locales ni compañeros de la redacción le dieron mayor importancia.

Casi diez días después de la desaparición y ante las presiones provenientes desde el extranjero y el interior del país, el entonces presidente Vicente Fox anunció que la familia de Alfredo tendría todo el apoyo para dar con su paradero y para castigar a los responsables. La SIEDO anunció en un comunicado que se habían abierto diez líneas de investigación en torno al caso. El padre de Alfredo recuerda que en esos días tenía contacto directo con el Subprocurador José Luis Santiago Vasconcelos, quien le mantenía informado sobre los avances en las pesquisas.

El tiempo fue transcurriendo, en medio de la proliferación de rumores e información contradictoria proporcionada a través de la “línea caliente” que había sido dispuesta para el caso de Alfredo, así como llamadas telefónicas anónimas y cartas. De acuerdo con el informe presentado en 2008 por la PGR, se han realizado “25 constancias ministeriales, dos inspecciones oculares, siete partes informativos, siete dictámenes periciales, cinco denuncias anónimas y seis documentos donde se asentó fe ministerial, además de investigar los 89 números telefónicos relacionados en el expediente.” Lo cual no ha significado ningún avance concreto.
ARTÍCULO 19 ha constatado en numerosas ocasiones las increíbles dificultades que existen para tener acceso a los expedientes en manos de la PGR, las cuales son prácticamente insorteables cuando éstos están en manos de la SIEDO. En alguna ocasión una ex funcionaria de la entonces Fiscalía Especial para la Atención de Delitos contra Periodistas, se quejó de que “ni siquiera a ellos” les daban ningún tipo de información sobre los casos.

Don Alfredo, padre del reportero desparecido, explicó cómo la cercanía con los agentes investigadores ha ido despareciendo de manera gradual. “Entiendo que ya no tengan tanto interés en el caso de mi hijo, con todo lo que está pasando en el país seguramente ya no tienen tiempo”, explicó con cierta empatía que no se puede confundir con resignación.
La familia de Alfredo ha dejado en manos de los abogados contratados por El Imparcial el seguimiento de las investigaciones y a los numerosos trámites que implican en términos legales la desaparición de una persona en nuestro país.

Semanas antes de la desaparición de Alfredo sus padres recuerdan que les regalaron un cachorro. Verlo crecer ha sido un constante recordatorio del inexorable paso del tiempo y de la ausencia irremplazable de su hijo. “Ya está bien grande el perro y aún seguimos esperando noticias sobre mi hijo”, explicó Doña Esperanza a ARTÍCULO 19 al finalizar nuestro último encuentro en junio pasado.


Publicada en El Universal el 7 de octubre de 2010

Entrada destacada

 Poesía Palabras para descifrar el laberinto del silencio.  Sylvia Manríquez