viernes, 24 de abril de 2009

Efemerides de Abril



17 de abril 1995 En México muere Benita Galeana (1907-1995), activista política, defensora de los derechos de los trabajadores y de las mujeres. En su memoria se crea, en 1998, la Coordinadora de Mujeres Benita Galeana.






21 de abril 1816 Nace la escritora Charlotte Brontë (1816-1855). Brontë fue una de las mujeres en la Inglaterra que se atrevieron a hablar de los deseos y necesidades de las mujeres. En 1847 publicó la novela Jane Eyre, un clásico de la literatura inglesa, donde denuncia la desigualdad de la mujeres en la sociedad victoriana.



21 de abril 2003 Fallece, en París, Nina Simone (1933-2003), cantante de protesta, magistral intérprete de jazz, pianista, arreglista y compositora estadounidense que se rebeló contra la discriminación racial. Simone marcó una época dentro de la música popular del siglo XX, por su estilo personal. Cantaba lo que significaba ser una mujer, de la soledad, del amor, de la dicha y la decepción. Militante del movimiento Panteras Negras, su tema Young, Gifted and Black (Joven, dotado y negro) se convirtió en el himno de los negros estadounidenses por excelencia.


22 de abirl 1904 Nace María Zambrano (1904-1991), filósofa y poeta española. Fue una de las grandes figuras de la vanguardia española a finales de los años veinte. En 1930 publica Nuevo Liberalismo. Expresó su adhesión a la proclamación de la República. En 1934 comienza a publicar sus ensayos en la Revista de Occidente. Forma parte de las Misiones Pedagógicas, especie de universidad ambulante que lleva la cultura y el arte a todos los pueblos de España. En 1939 parte al exilio rumbo a Francia, luego en 1941 se va a Cuba. Más tarde, residirá en México, Puerto Rico, Italia, Suiza y Francia. Fue discípula de Ortega y Gasset. En 1981 le es concedido el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades y el Ayuntamiento de su pueblo, Vélez-Málaga, la nombra Hija Predilecta. Al año siguiente, la Junta de Gobierno de la Universidad de Málaga acuerda el nombramiento de María Zambrano como Doctora Honoris Causa. En 1988 se convierte en la primera mujer a la cual le es concedido el Premio Miguel de Cervantes. Cuando el Ministro de Cultura le comunicó la noticia del premio, ella le preguntó “¿Está usted seguro que me lo merezco?”.


22 de abril 2001 Un centenar de mujeres ocupa la sede de la Real Academia de la Lengua Española en Madrid, en un acto de protesta por el otorgamiento del Premio Cervantes 2002 al escritor Francisco Umbral, a quien acusan de incitar a la violencia contra las mujeres en sus escritos.


29 de abril 1936 Nace en Buenos Aires, Alejandra Pizarnik (1936-1972), una de las figuras más importantes de la poesía de habla hispana. La publicación de sus obras como Los trabajos y las noches y Extracción de la piedra de locura, la pusieron en un sitial importante. A pesar de Ello, nunca fue parte del ambiente intelectual que la calificó como una autora marginal y “complicada”.



30 de abril 1972 En Suiza muere Clara Campoamor (1888-1972), abogada, política y feminista española que, en 1931, fundó la Unión Republicana Feminista, para hacer campaña por los derechos de las mujeres, entre ellos, el derecho al voto. Fue autora de El voto femenino y yo. Como integrante del Partido Radical, al que renunció más tarde por llevar a cabo “una política de derecha”, formó parte de la comisión encargada de redactar el proyecto de Constitución de la Segunda República.


30 de abril 1977 Nace, en Buenos Aires, el Movimiento de las Madres de Plaza de Mayo para exigir la aparición con vida de sus hijos que fueron víctimas de la represión militar. A partir de ese momento, el día jueves de cada semana a las 15.30 horas, las integrantes portando pañuelos blancos realizan su tradicional marcha alrededor del monumento de Plaza de Mayo.


Informacion tomada de

Sigue siendo un tema dificil de tratar JORNADA MUNDIAL CONTRA LA HOMOFOBIA



¿O no?

Escribir en femenina.

Por Patricia Karina Vergara Sánchez

Pues, me acuerdo que unas chavas, de esas feministonas, de las que andan con huaraches y tienen pelos en los sobacos y que hasta algo de miedo me daban por raras, fueron a la secundaria en que yo estudiaba y pegaron un cartelito que anunciaba una conferencia que se llamaba “literatura femenina o literatura ñora”. Miré y miré el dichoso letrerito y no entendí de qué se trataba. Pero, fascinada por algo desconocido que me llamaba, asistí y, quede peor de confusa que antes. Hablaban de cómo mucho de lo escrito por algunos hombres y mujeres, dirigido al público femenino era algo así como un lava cocos, no siempre de forma intencional, pero que funcionaba bastante bien para perpetuar la idea de “feminidad” que implicaba renuncia, sacrificio, de abnegación y, ellas, dejaban abierta la pregunta acerca de la posibilidad de escribir cosas distintas de las mujeres y dirigidas a las mujeres.
Yo me asusté, y mucho. Criticaban a grandes autores y decían que lo que escribían reproducía modelos de sujeción. ¿Cómo se atrevían?

Llegué corriendo a contarle a mi maestro de literatura lo que había escuchado. Tenía mucho que preguntarle, si él conocía acaso esa “otra” literatura no precisamente de lo femenino, pero sí escrita por mujeres, que no forzosamente tendría que llamar a la musa o a la puta, y en donde a las protagonistas no les tocara un trágico destino si transgredían. Bueno, no pregunté exactamente con esas palabras, porque todavía no las conocía, pero sí era la idea.
El maestro, a quien yo admiraba, barba recortada, oloroso a loción costosa y de voz profunda, me miró con condescendencia y sentenció: “No hay literatura femenina o masculina, sólo hay literatura buena o mala, buen arte o mal arte y punto”. Yo, guardé silencio ante su sabiduría.
Pasé muchos años bajo su tutela ¿O es que todos los maestros que me tocaron eran clones unos de otros? Durante ese tiempo, no recuerdo haber leído escritoras, es más, creo que ni sabía que existían. Yo soñaba con ser escritor.

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Sin embargo, de verdad, no entendía yo de qué se trataba, no comprendía a qué se debía el contraste, aun cuando yo era muchas veces la única mujer en los talleres literarios del, en ese entonces alejado, suburbio donde vivía. Era aquella la época en que me sentía orgullosa si me decían que en mi texto no se notaba que lo había escrito una mujer.
Hasta que un día, ocurrió lo inevitable, en la biblioteca encontré una novela escrita por una autora. Ni siquiera puedo recordar cuál fue. Sólo sé que fue un golpe en la cabeza, Sólo sé que comencé a buscar con ansiedad. Entre las primeras, fueron las que estaban más a la mano: Rosario Castellanos, Gabriela Mistral, Sor Juana, Isabel Allende, Oriana Fallaci, Virginia Wolf, biógrafas, novelistas, poetas y luego otras, llegué a las feministas: Dejé de ser huérfana.

Bebí sedienta a todas las escritoras que estuvieron a mi alcance: Casi no dormí una temporada, tenía que recuperar los años perdidos, encontrarlas, encontrarme. Saber que se podía escribir de la consistencia exacta de la salsa para la carne, dentro de una novela exitosa, pero también, en otra obra, hablar de lo que duele hasta hacer morder la almohada, sin fingir falsa grandeza moral, o, en otra, cuestionar con humor la forma en que se desgasta la vida cada día. La palabra no desigual, pero sí distinta. A otra tinta, de mujer.
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Mis maestros me hicieron saber que lo que yo estaba haciendo era muy inconveniente, porque ni siquiera era literatura femenina, de esa que se vende muy bien, por ejemplo en revistas del corazón o en best-Sellers de heroínas fantásticas, de mujeres extraordinarias, locas que se convierten en reinas legendarias o reinas que se vuelven locas señaladas, o de cómo ser una gran mujer. No, yo no escribía literatura femenina. Yo escribía en femenino, y eso era, es: imperdonable.
Me eché a perder. Me había puesto ya las gafas violeta y, hasta ahora no he deseado, aunque duela a veces, quitarlas de mis ojos.

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PALABRA DE ANTIGONA "México: El fracaso de la transición"

Por Sara Lovera*

La encuesta que se acaba de publicar sobre la cultura política de las y los mexicanos es un indicador del tremendo fracaso de lo que un día consideramos la transición hacia la democracia y es caldo de cultivo para el autoritarismo impune que nos corroe y nos invade día a día.
La encuesta, realizada por el INEGI, órgano gubernamental, a petición de la Secretaría de Gobernación, muestra, además, que esa masa de ciudadanía inerte ante las medidas de autoridad es, al mismo tiempo, taimada, desconfiada, irreverente, no confía en las instituciones del populacho: partidos políticos ni en el Congreso.
Se antoja pensar que menos puede estar interesada en que haya paridad en las listas electorales y los órganos de representación popular. Da igual una política que un político. No se puede saber si hay alguna diferencia y no se puede saber si existe algún beneficio.
Dice esa encuesta, aplicada a sólo 4 mil personas mayores de 18 años en todas las entidades del país, que la gente sigue creyendo que el o los gobiernos deben resolverlo todo; creen más en la iglesia que en el Instituto Federal Electoral (IFE) y no le da valor a leyes y normas.
El trasfondo indica que no reconoce en las leyes la solución de sus problemas, por ello el valor a los diputados y los partidos políticos no existe en la cabeza de quienes han visto reducido su ingreso, perdido su empleo, lastimada su familia por un secuestro o por un fuego cruzado que le hizo perder un ser amado.
Digo, si lo que esa encuesta dice es verdadero, si acaso sólo el 4 por ciento cree que vale la pena el trabajo de los partidos políticos, el 96 por ciento no confía ni un ápice en esas formaciones que alguna vez significaron la palanca para la convivencia social y la democracia.

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